(dpa) – Vivir dos veces exactamente el mismo día parece de ciencia ficción, ¿verdad? Lo cierto es que hay algunos viajes en los que sucede exactamente eso: cruzas el umbral del tiempo y «das la vuelta hacia atrás». Eso ocurre en la isla de Taveuni, aunque haya un único cartel que recuerde que allí coexisten prácticamente dos días diferentes. Si uno cruza la marca indicada por el cartel, estará en el ayer. Así de poético. Si la cruza hacia el lado opuesto, estará en el hoy. ¿Es confuso? Sí, lo es.
Hagamos una breve explicación: las longitudes son coordenadas geográficas que corren desde el polo norte al polo sur del planeta. Son las que permiten situar además si un objeto está más hacia el este o hacia el oeste en la Tierra. Su punto de partida es el meridiano cero que pasa por Greenwich en Londres.
Taveuni, una isla en el Pacífico Sur que forma parte de las Fiyi, está exactamente del otro lado del globo, en la longitud 180. Esa línea corre mayormente por el océano, y marca el «límite» del día, donde hoy y ayer, o también hoy y mañana, se encuentran directamente, sin transición. De todos modos, se hace alguna que otra excepción, porque no sería nada práctico dividir un mismo territorio en dos días calendario. ¿Sigue sonado confuso? No termina allí.
Si uno viaja al Sur del Pacífico, no sólo podrá visitar Taveuni, sino que además podrá cruzar con un barco de un día a otro. Si uno navega hacia el este, vivirá un día dos veces. Si lo hace en dirección contraria, perderá 24 horas.
El capitán del crucero «Bremen» bromea diciendo que «Hapag-Lloyd es muy generoso y le regala un día a sus pasajeros». El barco viaja de Fiyi a Tahiti, y eso hace que el tiempo no corra. «Estuvo tan hermoso este día, vivámoslo otra vez», ríe el capitán. «Por las dudas, nos hemos fijado que nadie cumpliera años», añade.
Todos ríen, pero en el fondo están atónitos y no terminan de comprender cómo es eso del paso del tiempo. ¿Es sólo una convención o realmente sucede algo con el tiempo?
Si uno quiere comprender esa frontera puede imaginar dos personas que están viajando en avión. Ambas parten del meridiano de Greenwich. Una vuela hacia el oeste, con lo cual debe estar retrasando el reloj permanentemnte una hora. La otra vuela hacia el este y debe adelantarlo. Cuando ambos vuelven a encontrarse en la longitud , han volado la misma cantidad de horas. Sin embargo, uno lo ha hecho «recuperando» permanentemente tiempo y el otro «perdiéndolo». Pero dado que, desde lo fáctico, ninguno ha viajado ni al futro ni al pasado, lo que sucederá es que al llegar a destino ese tiempo se recupera. El que venía desde el oeste coloca la fecha en el día anterior y el que venía del este la adelanta.
Ahora quisiéramos saber: ¿Por qué el punto cero, de partida, está en Greenwich? Fue una decisión tomada en 1884 en una conferencia internacional. En realidad es aleatorio. El límite de la fecha que corre por la isla también podría estar perfectamente n cualquiere otra parte. Sin embargo, que corra a través del Pacífico, donde no vive prácticamente nadie, ha sido intencional. De ese modo no tiene que causarle problemas a grandes poblaciones.
Además, la línea no es totalmente recta. Va haciendo curvas y dando vueltas. Fue adaptada para no atravesar ningún país, porque en definitiva sería extremadamente caótico que en una misma isla hubiese dos fechas. Lo mismo ocurre con algunos husos horarios, que no se atienen a rajatabla a una longitud. Bueno, ¡sorpresa! Actualmente la demarcación del calendario ya no pasa por Taveuni.
En 1995 la república se hartó de estar dividida en dos días y decidió existir completamente del lado oeste de la línea divisoria. Así es como el nuevo milenio comenzó en Karibati, una microisla que ahora es conocida como «Millennium island».
Samoa se pasó en 2011 del lado este al lado oeste de la línea divisoria porque le resultaba mejor para el comercio con Australia, Nueva Zelanda y Asia. De ese modo se evitaba estar permanentemente un día antes. En cambio la Samoa Americana permaneció en el este.
«El tema del límite horario nos ha hecho pensar mucho», comenta uno de los tripulantes del crucero. «Aún no termino de saber si me pagarán el segundo día».
Por Philipp Laage (dpa)