Berlín (dpa) – «Brecher» (Ola) es el nombre de un cuadro pintado por Emil Nolde (1867-1956) en 1936. El óleo muestra una ola rompiendo contra la costa del Mar del Norte.
Sobre las violentas masas de agua y la blanca espuma del mar de color verde oscuro pende una densa pared de nubes rojizas bañadas por un sol invisible.
Esta obra de uno de los máximos exponentes del expresionismo alemán tiene todo lo que hace falta para convertirse en el símbolo de una revalorización del artista.
La pintura forma parte de una exposición que muestra, a base de nuevos estudios, la profunda implicación del pintor expresionista en la ideología nazi.
«Hemos estado celebrando demasiado tiempo a Nolde como víctima», dice Christian Ring, director de la Fundación Nolde en Seebüll, situada en la antigua casa del pintor en el norte de Alemania.
Ring dirige la fundación desde 2013 y es el primero en poner a entera disposición de los científicos los casi 30.000 documentos encontrados en la casa de Nolde.
¿Se desmorona así la leyenda alrededor del destacado expresionista alemán? «Espero que la muestra ayude a contemplarlo desde una nueva perspectiva que, posteriormente, permita tener una visión más amplia del artista», dice Ring.
Emil Nolde fue difamado por los nazis como «artista degenerado», pero también fue antisemita, racista y militante del partido nacionalsocialista.
En torno a esta controversia gira la exposición «Emil Nolde – Una leyenda alemana. El artista en el nacionalsocialismo», que podrá verse hasta el 15 de septiembre en el museo berlinés de arte contemporáneo Hamburger Bahnhof, instalado en una antigua estación ferroviaria y una de las cinco salas de la Galería Nacional de Berlín.
El «Brecher» ha dado un impulso adicional a la exposición que desató polémica desde un comienzo. Hasta hace unos días, el cuadro lucía en el despacho de Angela Merkel en el edificio de la Cancillería Federal.
A petición de la Galería Nacional, la líder alemana envió como devolución definitiva no solamente la citada pintura, sino también el óleo titulado «Blumengarten (Thersens Haus)», (Jardín de flores (La casa de Thersen)), pintado por Nolde en 1915 y que decoraba otra de las estancias del edificio.
¿Por qué los curadores querían sólo el «Brecher» para la exposición? «En nuestra opinión, este cuadro no habría estado colgado en Cancillería de no haber sido por la leyenda creada en torno al artista», dice el historiador de arte Bernhard Fulda, que junto con su colega Aya Soika revisó el archivo de Nolde y curó la exposición.
Con el término «leyenda», Fulda se refiere al rango de artista perseguido e inhabilitado por el nazismo, alimentado tanto por el mismo Nolde como por críticos de arte y literatura tras el hundimiento del Tercer Reich.
A través de más de 100 cuadros, gráficos y documentos seleccionados, la muestra intenta presentar una visión más transparente de Nolde y analizar la posición del pintor respecto al nacionalsocialismo.
El elemento central de la exposición es la reconstrucción de la sala de cuadros del atelier de Nolde en Seebüll, con una composición de obras realizada por el artista mismo en el invierno boreal de 1941/42.
Los motivos: paisajes, mar y flores. Llama la atención la ausencia de temas cristianos, tan importantes para Nolde antes de la era nazi.
Otra sección, dedicada a los llamados «cuadros no pintados», deja claro que Nolde realizó algunas de estas pinturas, que más tarde se convertirían en emblemáticas obras, antes de la era nazi.
Durante la posguerra, los «cuadros no pintados» habían sido entendidos durante mucho tiempo como muestras de la prohibición de la pintura de Nolde como «arte degenerado», prohibición que en realidad no existió.
El éxito de la novela de Siegfried Lenz «Deutschstunde» (Lección de Alemán), lectura obligada en las escuelas alemanas durante muchos años, también contribuyó al surgimiento del mito en torno al artista.
En la obra, en la que un policía tiene que vigilar la prohibición de pintar de un artista, Siegfried Lenz profundiza en el papel del arte en la dictadura. Emil Nolde fue modelo de Lenz para el pintor Nansen, que reacciona a la prohibición con férrea resistencia.
Los comisarios de la exposición subrayan repetidamente que no están interesados en emitir un juicio moral sobre Nolde. Y aseveran que el artista puede y debe mostrarse hoy en día, siempre y cuando las obras estén insertadas en un contexto claro. «Ha llegado el momento de mostrar una visión íntegra de Nolde», dice Ring.
Esta visión se completa con otra muestra berlinesa también curada, entre otros, por Aya Soika. El Museo Brücke, dedicado a las obras del movimiento artístico del mismo nombre, presenta una exposición titulada «¿Huida en los cuadros? Los artistas de «Brücke» en el nacionalsocialismo».
La muestra analiza la influencia de la era nazi en los pintores Erich Heckel, Karl Schmidt-Rottluff, Max Pechstein y Ernst Ludwig Kirchner. Los expresionistas fueron miembros y fundadores de este grupo considerado el más importante del expresionismo alemán. Nolde se unió al movimiento en 1907 para abandonarlo dos años más tarde.
Además de las obras de los cuatro representativos pintores, se exhiben numerosos documentos que muestran las distintas reacciones de los artistas ante el equilibrio de poderes, la presión de los nazis y la posterior guerra.
En ellos destacan tanto el irónico cinismo de Schmidt-Rottluff como los intentos de Pechstein de demostrar su ascendencia. Había sido denunciado como presunto judío. Por Emil Nolde.
Por Gerd Roth (dpa)