(dpa) – Con las fosas nasales enterradas en lo profundo del heno, ocho caballos se alimentan y resoplan satisfechos. Cinco personas se encuentran sentadas en el establo delante de ellos, mientras escuchan atentamente, con los ojos cerrados, los sonidos que los rodean.
Estas personas tienen algo en común: deben vincularse profesionalmente con otros. Y con ayuda de los caballos buscan enterarse de qué impacto generan ellas en su propio entorno.
En la granja lechera de yeguas «Grüne Oase» en Bredow, en las inmediaciones de la capital alemana Berlín, los asistentes reservaron el workshop de medio día «Meditación y entrenamiento en equipo». En el curso también participan sementales especialmente entrenados.
«Los sementales son seres muy sociales con modos de comportamiento y percepción altamente sensibles», explica la cuidadora de caballos Elvira Hagen, gerente de la granja.
«Los caballos reflejan el comportamiento de la persona que está con ellos. Evitarán o se opondrán a quien sea demasiado dominante e ignorarán a quien sea demasiado vacilante. El objetivo de mi labor es trabajar con los participantes en el curso en los patrones de comportamiento que se muestran», comenta.
Los caballos son utilizados a menudo en terapias y entrenamientos. Probar científicamente su efecto es difícil y hasta ahora es un tema que ha sido poco analizado. Sin embargo, los estudios muestran que hay una relación especial entre caballo y seres humanos.
Así, un equipo de investigadores japoneses descubrió en 2018 que los caballos pueden analizar en segundos informaciones como el lenguaje corporal y la expresión del rostro de otras especies como los humanos.
Solamente si reaccionan ante señales mínimas los caballos pueden evitar disputas entre ellos y así un riesgo potencial de lesiones: una herida podría ser letal para estos animales cuando necesitan huir.
Entre los cinco participantes del curso en la granja equina en Bredow se encuentra la psicóloga Annegrit Kahle de Brieselang, que decidió tomar el taller para tener una devolución sobre su cómo son su presencia y carisma cuando trabaja con pacientes.
Tras una meditación y una charla introductoria, comienza la verdadera labor con los caballos.
Kahle debe guiar al semental Enki con cabestro y cuerda. Sin embargo, en lugar de seguirla, el caballo se queda inicialmente detenido y observa con escepticismo a la mujer que sostiene el otro extremo de la soga. Hagen explica: «Él siente que la persona está insegura, no tiene una meta hacia donde conducirse».
Kahle se tensa, mira deliberadamente hacia una esquina y sale caminando. Enki parece percibir esta determinación, ya que ahora sigue a la psicóloga bien dispuesto.
«Incialmente me concentré en los otros participantes del curso, en lugar de en mí misma y en el caballo. No quería ponerme en ridículo. Cuando me concentré en mí e interiormente hice foco en mi objetivo, el caballo me siguió. Esta atención y conciencia también resultan irremplazables para mi trabajo», comenta Kahle.
Por su parte, la fotógrafa de empresas Hannelore Schild-Vogel logra formar un buen equipo con el semental. «Trabajo mucho con compañías, pero también con personas con discapacidad. Veo que en el trabajo con caballos la empatía también conduce a la meta», es su conclusión.
El papel de espejo ejercido por los caballos parece llegar a los participantes en el curso. «Muchas personas no se dan cuenta de que, inconscientemente, ejercen presión o se muestran tensas, impacientes o irrespetuosas», establece el psicólogo Sebastian Bartoschek.
Cuando las personas se critican entre sí tienden a presentar contraagumentos y a justificarse. Pero animales como los caballos o delfines no se dejan manipular con palabras, sino que están atentos a las señales y al lenguaje corporal. «De esta manera las personas pueden enterarse de qué efecto surten sobre otros», dice el psicólogo.
Por Jeannette Hix (dpa)