(dpa) – Cuando la empresa alemana Mercedes descorrió el velo en marzo de 1989 del nuevo SL en el Salón del Automóvil de Ginebra, este coche deportivo se convirtió inmediatamente en una estrella. Sus fabricantes prometieron en el lanzamiento nada menos que «la fascinación del manejo en dimensiones desconocidas» y cumplieron con su palabra.
La serie R129 diseñada por el italiano Bruno Sacco no sólo tenía buen aspecto y también fue galardonada con numerosos premios de diseño. Con innovaciones como el asiento integral, la primera capota electrohidráulica y la barra antivuelco automática también se convirtió en el primer modelo high-tech dentro de este tipo de vehículo.
Mientras que los descapotables en general eran dotados más bien escasamente con nuevas tecnologías, debido a la pequeña cantidad de vehículos producidos, el SL casi podía asimilarse a la Clase S.
Para ello los suabos también se tomaron el tiempo suficiente: durante 18 años circuló su antecesor de la generación R107 hasta que finalmente llegó el nuevo modelo.
El motivo del lanzamiento tardío y la ofensiva high-tech se encuentra en igual medida en Estados Unidos, asegura Karl-Heinz Hollas, quien trabajó durante muchos años en la fabricación del SL en la planta de Mercedes en Bremen y actualmente lidera el club SL R129.
«Nuevas normas y los requisitos más estrictos de seguridad les proporcionaron grandes dolores de cabeza a los desarrolladores y condujeron una y otra vez a un aplazamiento», recuerda el experto.
«Pero una vez que los ingenieros finalmente se decidieron, ya no hicieron concesiones y desde diversos puntos de vista ingresaron en un terreno nuevo», apunta.
Hollas se refiere al R129, que se fabricó de 1989 a 2001, como una obra maestra del por entonces jefe de diseño Sacco, que sigue ejerciendo influencia hasta la actualidad.
Previamente existía el «roadster» con potentes motores de hasta 290 kW/396 CV en el elegante y -por entonces sin competencia- modelo V12 SL 600 o de 386 kW/525 CV en el SL 73 AMG. Pero no era por entonces un coche realmente deportivo.
«Deportivo y ligero: no queda mucho en el R129 de las iniciales de la serie y de la dinámica del legendario modelo de puerta de ala de gaviota que fundó la familia de modelos en 1952», admite Hollas.
La seguridad tiene su precio y se refleja también en la balanza con un peso de, al menos, dos toneladas. Asimismo las innovaciones, como su sistema de control de chasis adaptativo, están más pensadas para el comfort que para tomar curvas. Hoy en día, el SL sigue se sigue conduciendo rápido, pero rara vez a toda máquina.
Viajar más que correr, es el lema. Mientras que los descapotables actuales apenas tienen lugar para un bolso de mano y una tarjeta de crédito, el maletero del SL le hace honor a su nombre y puede albergar con facilidad el equipaje para dos semanas de vacaciones.
La ventaja del R129 frente a otros coches similares en la actualidad es su ductilidad: dos asientos plegables detrás del conductor y el acompañante pueden convertir provisoria y velozmente al lujoso vehículo en un cuatro plazas.
Mucho antes de la invención de la capota plegable masiva, el SL se convirtió de coche veraniego en un modelo de placer para todo el año con el techo rígido.
Un diseño atemporal, una técnica sólida y más seguridad que en la mayoría de los demás vehículos de su tiempo consagraron al SL de la serie 129 como uno de los clásicos más queridos, que a diferencia de otros modelos SL aún se ve circulando por las calles.
Por Thomas Geiger (dpa)