No coma cuento, léalo, así se titula el primer libro de Isac Castellar Cohen, un tomo que condensa trece historias distintas que comparten una intención clara: abrir los ojos del lector a la excepcionalidad de lo cotidiano, a aquello que configura la personalidad del individuo y que da forma a una sociedad concreta.
Lo ha hecho gracias a un cuidado control de la expresión, a un uso del lenguaje que muestra con fidelidad las dimensiones humanas (y a veces fantásticas) de sus personajes. Porque no queda duda, después de terminar de leer este libro, de que Castellar sabe manejarse con soltura a través de elegantes maniobras y estructuras narrativas.
Esto es así porque cada relato guarda entre su principio y su final una personalidad única, incluso cuando distintos personajes reaparecen en ellos. Además, consigue con esta reiteración dar cuenta de aquellos diversos y tan relevantes escenarios que se suceden en la vida, como pasa de igual manera en el mundo real.
Porque si los relatos de No coma cuento, léalo hablan a las claras de todas aquellas facetas de la experiencia, estos destacan también por conseguir arrastrar al lector al autorreconocimiento de su propia existencia, que es compleja y ecléctica. Y es que, como el mismo autor refiere: “la realidad del entorno es rica, diversa, cruel, compleja, y tiene muchos matices. Desde aquel producto de la violencia e inseguridad de las calles y del entorno, que hacen daño y te marcan toda la vida, hasta las que alegran y reconfortan el espíritu”.
Por ello hay en este libro relatos violentos, fantásticos, esperanzadores. Isac Castellar ha llevado a sus personajes de un extremo a otro, les ha hecho convertirse en perros con conciencia propia (como en el relato “Periódicos mágicos”) y en valientes ciudadanos dispuestos a plantarle cara al crimen organizado que sacude las calles de su ciudad (“Operación estocada”).
Y si bien estos vaivenes literarios parecen irreconciliables por la distinta naturaleza de cada texto, no hay que perder de vista que al fin y al cabo todas “las historias surgieron de las vivencias y experiencias cotidianas”, y que “lo que pretende la lectura de estos cuentos es revivir en la mente del lector el recuerdo y las imágenes de esas vivencias, que forman parte de su idiosincrasia, de su cultura rica, de su historia, de sus desgracias, de sus triunfos”, comenta Castellar. Es decir, que cada una de las historias ayuda a concluir un libro que habla sobre la complejidad de la vida y los distintos escenarios que se pueden experimentar a raíz de la construcción de una identidad concreta.
No coma cuento, léalo fomenta y exige que el lector encuentre su verdad dentro de sí mismo, gracias también al uso de localismos y la presentación de diversas localizaciones. Colombia, país natal del autor, se convierte de esta forma en un personaje recurrente más que también pone su granito de arena para darle a cada relato un aire personal y único.