Leipzig (Alemania), 30 dic (dpa) – La tecnología no puede solucionar todos los problemas, pero un uso creativo de la tecnología puede animar a buscar soluciones con nuevas ideas. Este postulado fue el centro de la edición número 35 del congreso de hackers del Chaos Computer Club (CCC) celebrado en Leipzig, en el este de Alemania.
Tras esta cita, las empresas deberían volver a revisar sus aparatos de fax y los habitantes de las «casas inteligentes» también tendrían que reflexionar sobre posibles riesgos de seguridad.
Entre los 17.000 asistentes al congreso hubo este año muchos jóvenes. Por ejemplo, niñas de diez años aprendieron a soldar y adolescentes a no dejar huellas personales al navegar en Internet.
Los hackers hoy en día se limitan a reírse del cliché del hacker que solo se interesa por ingresar en computadoras de otros usuarios con fines criminales.
Al hackear no hay que olvidarse de colocarse una máscara, comentó a modo de broma unos de los portavoces del CCC, Linus Neumann, durante una presentación denominada «Puedes hackear lo que quieras, pero no te dejes pillar».
Pero de inmediato recobró la seriedad e instó a los millares de oyentes: «Manténganse alejados del cibercrimen. De todos modos, el bitcoin ya anda por el piso. ¡Trabajen del lado luminoso de la fuerza, sean buenos hackers!», agregó.
Los buenos hackers advierten de los riesgos de seguridad, y señalan, por ejemplo, cómo acechan estos peligros en tecnologías tanto obsoletas como avanzadas. Ese es un tema clásico del congreso que, sin embargo, siempre revela nuevas sorpresas.
Esta vez, Yaniv Balmas y Eyal Itkin, dos expertos de la empresa israelí de seguridad informática Check Point Software Technologies, mostraron lo fácil que es convertir un aparato de fax algo anticuado en una puerta de acceso al sistema informático de una firma. Quien aún sigue usando un fax con impresora, debería comenzar a pensar en este riesgo.
El ingeniero Michael Steigerwald, de una empresa de Hesse, en Alemania, demostró cuán simple es acceder a datos personales mediante una lamparilla integrada en el WiFi del hogar. Steigerwald apeló a los fabricantes de dispositivos para hogares inteligentes («smart homes») a que mejoren la seguridad de los aparatos con conexión a Internet y que prescindan de recolectar datos que no son necesarios.
Otros expertos demostraron cómo es posible hackear memorias USB, que se tienen por muy seguras, mientras que otros probaron que el sistema de reconocimiento biométrico a través de las venas tampoco es tan fiable, porque puede ser engañado mediante trucos caseros.
«Tenemos que ocuparnos de ver cómo se aplica la tecnología», acotó Frank Rieger, portavoz del CCC. La tecnología puede tanto «estructurar las relaciones de poder y manipularnos», así como tener un efecto pacifista y hacer que la vida sea más agradable. «Ambas cosas son posibles», señaló Rieger a la agencia dpa. «Estamos en un punto clave de la historia».
El congreso del CCC también es considerado una plataforma para practicar otro modo de trato social, destacó Rieger. Esto lo demuestra de por sí «el hecho de que estemos en condiciones de organizar un congreso con 17.000 participantes prácticamente sólo con trabajo voluntario, con gente que dice: ‘tengo ganas de hacerlo, lo hago y me ocupo'».
Esto no se debería idealizar, pero en las numerosas delegaciones locales del club de hackers es posible poner en práctica en el día a día las experiencias recogidas en el congreso, agregó.
Por Peter Zschunke (dpa)