La dama del piano y el fraile de la montaña es el título que recibe la impresionante primera publicación de Lou Orley (la cual también está disponible en inglés): una novela sensible e implacable a la hora de llegar hasta el más profundo de los sentidos.
La historia trata la vida cruzada de los dos protagonistas (aquellos que dan título al libro): Lina Maldonado y Fray Lucas, unidos por el destino o la casualidad (esa misma pregunta lanza la autora en la contracubierta), pronto se darán cuenta de que, a pesar de sus más que evidentes diferencias, en su interior late un mismo parecer ante la vida.
La primera, una pianista exitosa, obsesionada con la muerte y sumida en una tóxica relación con François, se decidirá a romper las cadenas que la aferran a una existencia miserable y pesarosa. Sin embargo, para llegar a esa conclusión deberá vivir un momento de máxima trascendencia, algo que le haga ver los desaciertos de su vida y cómo atajarlos; el segundo, un fraile mexicano trasladado a un pequeño convento español, tendrá que escapar de sus demonios ante la aparente y terrible evidencia de que uno de sus mejores amigos le ha engañado con un asunto de extrema importancia: el narcotráfico y el blanqueo de dinero. Sumido en una incógnita constante, Lucas hará un repaso de sus convicciones religiosas y morales para poder hacer frente al mayor desengaño de su vida, pues incluso la institución a la que sirve se verá salpicada por las dudas.
Lou Orley ataja así, a través de dos personajes perfectamente armados psicológicamente, una historia sobre la condición y los valores humanos. Y es que las personalidades de Lina y Lucas se sustentan en la complejidad abrumadora de la trama, donde el simbolismo juega un papel fundamental y confiere al conjunto una belleza admirable.
Pero el libro se compone de muchos más asombrosos ingredientes. Uno de ellos (y quizás el más importante) es el vehículo del libro y vínculo principal de los personajes: el arte. «La novela habla del arte como herramienta de salvación», dice Orley. «Es la herencia que dejamos a las futuras generaciones, lo que nos aleja de la barbarie, lo único que tenemos para convertir el horror en belleza». No es por ello casualidad que tanto Lina como Lucas se vean estrechamente ligados por su capacidad para tocar el piano, o que entre los personajes siempre haya conversaciones sobre tal o cual pintor o escritor. El arte es la magia que propicia esa renovación interior por la que ambos luchan ferozmente, y es la pasión de la autora por el mismo la que impregna una narración cuidada y cautivadora de principio a fin.
Por todos estos motivos (y por más que los lectores deberán descubrir por sí solos), La dama del piano y el fraile de la montaña es una evocadora publicación que se encuentra en equilibrio entre la esperanza del cambio y la desesperación del sufrimiento. Lou Orley consigue ofrecer una historia delicada y llena de emociones donde la dureza de la vida se trata como una prueba tras la cual, con el esfuerzo adecuado, puede convertirse en miles de nuevas oportunidades. En definitiva, una lectura placentera y reflexiva que la autora ha querido dotar de la imparcialidad más absoluta para que cada persona, independientemente de sus convicciones, pueda lanzar una mirada amable al mundo, lejos de todo tipo de prejuicios.