Lillehammer (dpa) – Llovizna en el centro de esquí de Sjusjøen, en Noruega, y el termómetro marca un grado. No son las condiciones ideales para practicar deporte invernal, pero el joven chino Hanati Tuerxun lo intenta con entusiasmo. En tres años y medio, Pekín recibirá los Juegos Olímpicos y él quiere estar lo mejor preparado posible.
Tuerxun, esquiador de fondo de 21 años, es uno de los cientos de chinos que viajaron a Noruega y otros países para prepararse de cara a los Juegos de invierno de 2022. Procedente de la región de Xinjiang, Tuerxun apenas lleva un par de meses esquiando y ello queda de manifiesto cuando atletas de elite como la noruega Heidi Weng o el francés Martin Fourcade pasan a su lado y lo adelantan con facilidad.
El deporte invernal no cuenta con mucha tradición en China, por lo que el gigante asiático pidió ayuda a Noruega para desarrollar deportes como el esquí de fondo, la combinada nórdica, los saltos de esquí o el biatlón. El acuerdo oficial incluye también el intercambio de información en materia antidoping e investigación deportiva. A cambio, China brindará ayuda a Noruega para el desarrollo del tenis de mesa.
Hanati va por todo. El objetivo es ser un deportista de elite en febrero de 2022 y conseguir medallas para China. «No tengo idea si lo conseguiremos», dice Kristian Bjune Sveen, responsable noruego de entrenar a uno de los equipos chinos. «Nunca habíamos hecho algo así. Pero soy optimista».
Once de los 13 hombres y mujeres que forman parte del equipo, al igual que Hanati, nunca se habían subido a unos esquíes. La mayoría proviene del atletismo y otros practicaron también judo. Pese a su falta de experiencia en el deporte invernal, los jóvenes -todos tienen entre 15 y 21 años- están muy motivados y son muy disciplinados, destaca su entrenador Sjusjøen, no muy lejos de la antigua ciudad olímpica de Lillehammer. En Noruega hay otros cinco grupos de estas características.
Para Oinigeer Yilamyiang, de 17 años, la vida en Noruega no es sencilla. Sobre todo la alimentación es un desafío para la deportista.
«En China comemos mucha comida caliente, pero aquí en Noruega hay muchas cosas frías», lamenta. Pese a ello, asume la vida lejos de casa con entereza. «Mi objetivo son los Juegos Olímpicos de 2022. Es lo único que cuenta. Voy a dar lo mejor y entrenar duro».
Esta determinación y disciplina para el trabajo sorprende también a Kjetil Strandbråten, que a media hora de distancia enseña a diez jóvenes chinos los secretos del salto de esquí.
«Tienen un gran respeto por los entrenadores y dan siempre el cien por ciento», destaca. «En cierto modo es sencillo trabajar con ellos, no hay que estar empujándolos. Nos escuchan».
Las diferencias culturales, el idioma y la comida son un desafío, pero Strandbråten resalta que los deportistas chinos son muy aplicados y rara vez se quejan de algo.
Ni siquiera cuando duele. En un subsuelo de un hotel en Øyer, tres futuros saltadores de esquí caen una y otra vez sobre una colchoneta azul. Cada ejercicio de vuelo dura unos pocos segundos.
«Duele un poco el cuello», dice Ye Tian, de 16 años. Ye era corredora, pero ahora su hábitat es la nieve. Y en los saltos, reconoce, la técnica es mucho más importante que la perseverancia.
«Se ve más fácil de lo que es», dice Zhenpeng Wang, que también sueña con una carrera como saltador de esquí. «Lo más importante para mí ahora es participar de los Juegos Olímpicos de 2022», señala el deportista de 17 años con seriedad.
Hasta ahora, solo pudo saltar en una ocasión desde un trampolín de diez metros. «Fue duro», reconoce. Pero asegura estar listo para trabajar. «Si consigo ser saltador de esquí, tendré un futuro en China», asegura Zhenpeng, quien considera fundamental no desperdiciar el tiempo. Para él y sus compañeros, esto no se trata de diversión.
«Los chinos no están acostumbrados a que les pregunten cómo les va y si la están pasando bien», afirma el entrenador Sveen. El hecho de estar hablando siempre de motivación causa sorpresa entre sus pupilos. Para ellos, darlo todo es una obviedad.
Ya sea por dinero, para ayudar su familia o por la perspectiva de un buen futuro profesional. Muchos de los jóvenes deportistas provienen de lugares de pocos recursos, explica Sveen. Para ellos, es toda una oportunidad.
Los entrenadores están sorprendidos por la ambición de los deportistas chinos, aunque no se animan a asegurar que estarán en condiciones de emular en lo inmediato los éxitos de Noruega en el deporte olímpico invernal. «Si logramos ayudar a que el salto de esquí siga creciendo en China, habremos tenido éxito. Independientemente de lo que suceda en 2022», afirma Kjetil Strandbråten.
Por Sigrid Harms (dpa)