No es la primera vez que Javier Luis Peral se lanza a la aventura de la literatura. Después de Evasión y filosofía, La siempre admirable condición humana, Las tres vidas de Pablo, El libro de Pablo y Doce relatos, El diario de Gabriel continúa una saga filosófica de la que es difícil desprenderse. Por eso, para aquellos que ya conocieran al autor o esos otros que estén impacientes por embarcarse en nuevas y gratificantes lecturas, acercarse a sus páginas será una apuesta indudablemente ganadora.
El libro se estructura en base a las entradas del diario del protagonista, Gabriel, en las cuales plasmará sus impresiones acerca de los pasados y nuevos acontecimientos en su vida con el objetivo de permitir que el lector siga sus pasos y reflexiones. La acción se extiende a lo largo de cuatro años, donde se sucederán distintos hechos que sumirán al protagonista en un importante proceso de cambio.
El primero de ellos se verá propiciado por la repentina llegada de una nueva inquilina al edificio donde Gabriel vive: Paulina. Atraído desde un primer momento por la joven muchacha, iniciarán una confusa relación que derivará en ilusiones, problemas y malentendidos, los cuales él asumirá como experiencias trascendentales para ese proceso de transición.
Así, será la escritura el vehículo usado para plasmar, comprender y asentar esa nueva actitud ante la vida. Con un tono irónico que, según Peral, se trata de “una manifestación de la superación, aunque sea parcial, del dolor”, Gabriel compondrá cada una de las entradas de su diario para perfilarse ante aquellos hechos que ponen en duda la trayectoria de su vida.
Por otro lado, la escritura no es tampoco un mero instrumento definitorio, también es el núcleo de la vida de Gabriel; de hecho, es una de sus actividades predilectas y el diario surge como un intento de definir su estilo y, con suerte, inspirar una importante obra literaria y/o filosófica; “ante la imposibilidad de crear un personaje, una historia, que trascienda todo y que no se acabe nunca, no me queda más opción que ser capaz de tratar lo de verdad importante y accesible a nuestro limitado entendimiento con acierto”, dice al final del libro.
Y es que estas nuevas impresiones tornan opaco, incluso, lo ya vivido. Divorciado y con dos hijas con las que no se habla apenas, se percata también de que a veces el ser humano sufre de serios problemas de comunicación. Peral ha construido un personaje terriblemente humano que enfrenta las vicisitudes de la vida desde un derrotismo liberador. “Yo quería centrarme en un determinado proceso de cambio, con unas consecuencias muy precisas y, para ello, necesitaba crear a un personaje como Gabriel. Tenía que ser alguien que pasara de la ilusión a la decepción y, tras un proceso de asimilación, fuera capaz de adaptarse”, comenta el autor.
El diario de Gabriel es, en definitiva, una novela inspiradora que trata diversas y sugestivas cuestiones desde la cotidianeidad. La lectura se torna amena, los personajes y sus vidas cercanas, lo que deriva en un texto estimulante que va más allá del entretenimiento y otorga a este libro todas las características positivas posibles para pasar un rato cautivador.