Nueva York, 31 oct (dpa) – Eduardo Balarezo no dudó en calificar el caso de Joaquín «El Chapo» Guzmán como «el más difícil» de su carrera. «Es uno de esos casos de los que están haciendo un símbolo», dijo a la agencia dpa en su despacho del centro de Washington DC.
Allí, en el lateral de una estantería, cuelga la foto que en enero de 2017 dio la vuelta al mundo: «El Chapo», esposado y entre dos agentes, en la pista del aeropuerto tras aterrizar de noche en Nueva York, extraditado por México.
Con el juicio a punto de empezar, quizá es pronto para decir si la defensa del narco ha cambiado la vida a Balarezo para bien o para mal. Pero sí se puede afirmar que la revisión de más de 340.000 páginas de documentos le ha quitado muchas horas de sueño. De hecho, recibir un email del letrado en mitad de la madrugada es algo normal.
También le ha restado tiempo de estar con sus dos hijos y su mujer, que no llevó bien quedarse este año sin celebrar San Valentín porque él tuvo que viajar a Nueva York para ver al presunto ex jefe del cártel de Sinaloa.
El origen ecuatoriano de Balarezo (nació en Guayaquil en 1967 y llegó a Estados Unidos de niño) ha sido, por la lengua común, una ventaja para él y para «El Chapo», que no habla inglés.
Este no es el primer caso por narcotráfico del letrado. Entre sus clientes anteriores tuvo a Alfredo Beltrán Leyva, «El Mochomo». El cártel al que dan nombre esos apellidos nació de la fractura del de Sinaloa cuando fue detenido en 2008. Sus hermanos acusaron entonces a «El Chapo» de haberlo traicionado. Beltrán Leyva fue condenado a cadena perpetua cuando, ya avanzado el juicio en el que Balarezo lo defendía, se declaró culpable por sorpresa.
El letrado -corpulento, con la cabeza rapada y gafas- asumió la defensa de «El Chapo» en septiembre de 2017, relevando a los dos abogados de oficio que tuvo en los primeros ocho meses. La primera vez que se le vio en la corte, no obstante, fue en mayo de ese año, sentado entre el público. Según se supo después, ya estaba en contacto con Guzmán, que decidió contratarlo.
Gran aficionado al fútbol, es conocido su amor por el Barça y su idolatría a Leo Messi. Bajo los puños de su chaqueta se ven asomar unos gemelos del Fútbol Club Barcelona a veces. En lo político, se define como liberal demócrata, que en Estados Unidos es sinónimo de progresista. Aborrece a Donald Trump, al que atiza desde Twitter: lo ha llamado «corrupto» y «traidor». «Eres el Cerdo en Jefe», le dijo recientemente.
Jeffrey Lichtman, el segundo letrado de Guzmán, está en las antípodas ideológicas de Balarezo. Nacido hace 53 años en una familia judía de Newark, Nueva Jersey, estudió Derecho en la escuela de leyes de la Duke University tras disgustar a su padre al abandonar el camino de la medicina después de toparse en el inicio del aprendizaje con un feto de cerdo.
Gran aficionado al béisbol, es de derechas y simpatizante de Trump. En Twitter arremete contra el ex presidente Barack Obama, los demócratas y contra todo al que considera antijudío.
Balarezo y él no se tienen mucho apego. Pero en la corte están condenados a entenderse porque Lichtman, conocido criminalista con bufete en Nueva York, se unió en agosto al equipo y pasó a coliderar la defensa. Medios estadounidenses hablaron entonces de un «dream team» legal para «El Chapo».
Lichtman es famoso por haber librado en 2005 de la cárcel a John A. Gotti, hijo del capo de los Gambino y uno de los mafiosos más destacados en la historia de Nueva York. El juicio fue declarado nulo por la pericia del abogado y la fiscalía tiró la toalla.
Un juicio nulo es una de las pocas opciones con las que «El Chapo» podría evitar pasar el resto de su vida en prisión porque basta que sea declarado culpable en uno solo de los 11 cargos contra él para que el juez lo condene a cadena perpetua.
Lichtman tendría que haber entrado en el caso a la par que Balarezo. Pero la negativa de la fiscalía a garantizar que no incautará los honorarios si sospecha que proceden del narcotráfico lo mantuvo al margen. Al entrar este agosto en el caso, aseguró a dpa que el problema financiero estaba «resuelto», sin dar detalles. «Esperamos que el señor Lichtman esté preparado para arremangarse y ponerse a trabajar», reaccionó Balarezo.
Los honorarios han sido un problema desde el inicio. Pese a que Estados Unidos y México cifran en 14.000 millones la fortuna amasada por «El Chapo» -de la que no han hallado un centavo-, este tuvo dos abogados de oficio en un inicio. A Balarezo le ha pagado gente de su entorno, cuyos nombres no ha desvelado, y no ha sido tarea fácil ya que Guzmán, en aislamiento, básicamente solo puede comunicarse con sus hijas de siete años. Balarezo hizo pública en febrero una carta de «El Chapo» en la que pedía a su familia que le pagara.
Por Sara Barderas (dpa)