Berlín, 6 oct (dpa) – La escritora argentina María Cecilia Barbetta preferiría estar «tomando mate y comiendo galletitas» el próximo lunes, cuando en Fráncfort en la antesala de la Feria del Libro se dé a conocer si su novela «Nachtleuchten» se alza con el Premio Alemán del Libro, de los más importantes del sector.
«Tengo que estar presente en la ceremonia. No hay opción», señala en entrevista con dpa la finalista del prestigioso galardón.
Nacida en Buenos Aires en 1972 y residente en Berlín desde 1996, Barbetta solo escribe en alemán, una lengua extranjera que, paradójicamente, asegura que le permite acercarse a Argentina.
Con «Nachtleuchten» (Luces de la noche, en español), un libro ambientado en la antesala de la dictadura argentina de 1976, la autora rescata «aspectos claros de una época fatal y oscura» a través de gente común que pese a las adversidades busca ser feliz.
dpa: ¿Cómo reacciona al recibir la noticia de que es finalista del Premio Alemán del Libro con su segunda novela?
Barbetta: De una forma muy emocional. Al escuchar la noticia me quedo dura, parece como que no me pasara nada. Luego de unos minutos, me largo a llorar de alegría. Fue una gran sorpresa, una noticia maravillosa. Trabajé muchísimo en mi segunda novela. Me encanta, pero me costó escribirla porque la época en que transcurre no es fácil y busqué durante mucho tiempo el tono adecuado, quería rescatar, a pesar de todo, una liviandad que me parece importantísima.
dpa: Ahora que el día clave se acerca, ¿está más nerviosa?
Pase lo que pase el 8 de octubre, que mi novela esté nominada es razón suficiente para estar feliz y agradecida. Me gustaría esperar la decisión en casa, tomando mate y comiendo galletitas, pero tengo que estar presente en la ceremonia. No hay opción.
dpa: ¿Cuánto tiempo trabajó en esta novela?
Barbetta: Trabajé más o menos siete años y medio, ocho. Me hubiera gustado ser más rápida, pero hay cosas que no se pueden forzar. Tal vez tenga que ver con eso «del segundo libro». Entré al mundo de la escritura impulsada por el hecho de haberme quedado sin trabajo. Fue el tiempo libre finalmente lo que me dio la posibilidad y la libertad de sentarme a escribir mi primera novela. El segundo libro es distinto. Al segundo libro, sobre todo en Alemania, siempre lo ronda un aura de difícil desafío. Se tarda en quebrar el hechizo.
dpa: ¿Cómo fue el proceso de escritura de «Nachtleuchten»?
Barbetta: Como la novela se desarrolla en los años 1974 y 1975, en un momento de la historia argentina muy particular, leí mucho sobre ese período, además de mirar películas. Me sorprendía que no hubiera muchos libros de ficción que se desarrollen en esos años. Las novelas en general tematizan lo que viene después, la dictadura. Luego de las lecturas tuve que distanciarme de lo que había leído, dejarlo atrás, para poder crear mi propia trama. Para mí estaba claro desde el principio que mi novela no iba a ser histórica. No quería escribir un libro en donde los protagonistas fueran los personajes de la época.
dpa: Quería poner el foco en personas corrientes…
Barbetta: Mis héroes son la gente común, la gente del barrio: una alumna de escuela, un peluquero gay, el dueño de un taller mecánico y sus chapistas, un panadero anarquista, una monja revolucionaria… Todo un panóptico de gente simple, pequeña, por decirlo de alguna manera, pero con grandes ilusiones.
dpa: Y al escribir da especial importancia a la sonoridad del texto.
Barbetta: Escribo oración tras oración y las leo en voz alta para asegurarme de que suenan bien, de que tienen ritmo y una linda melodía. A lo último me las sé de memoria.
dpa: ¿Por qué escribe en alemán cuando no es su lengua materna?
Barbetta: Porque me encanta. Porque es un idioma extranjero que amo y que estudié con mucho esfuerzo y dedicación en Argentina. En mi familia no tenemos raíces alemanas, pero mis padres me enviaron al Instituto Ballester, un colegio alemán en el barrio donde se desarrolla «Nachtleuchten». Al cursar la secundaria decidí ser maestra de alemán. Me entusiasmaba la gramática y la idea de poder enseñarla. El manejo del idioma, el comprender sus estructuras a fondo, me hacía no cometer errores y eso me otorgaba seguridad. Luego cursé el profesorado de alemán en el Lenguas Vivas y más tarde, ya en Berlín, me di cuenta de que el idioma es por sobre todas las cosas muy juguetón. Las palabras son para mí objetos y eso hace que la escritura se vuelva plástica.
dpa: Visto desde fuera, sorprende que no use el español.
Barbetta: Además, ya que el alemán no es mi idioma materno, surge una cierta distancia muy productiva que es lo que paradójicamente me permite acercarme a la Argentina y mirarla desde una nueva perspectiva. Es la mejor forma de hacer literatura, unir mundos que para mí no están separados, a pesar que los mapas y los atlas quieran convencernos de otra cosa.
dpa: Su libro «Nachtleuchten» es un libro de claroscuros.
Barbetta: Tiene que ver con la época. Nos encontramos, como comentaba, en los años previos, en la antesala de la dictadura. Es una época fatal, oscura, y frenta a eso quise rescatar los aspectos claros, todo aquello que hace que la vida en momentos de violencia e inseguridad siga siendo bella y digna de ser vivida. Más que las grandes batallas, me detengo en los conflictos de la gente humilde y sencilla, en sus ganas de vivir, en sus ilusiones, sus amores, sus triunfos a pesar del miedo, en su búsqueda constante de felicidad.
dpa: ¿Lee más en español o en alemán?
Barbetta: Me encanta leer en español. Cada vez que comienzo un libro cuyo autor o autora es latinoamericano siento enseguida que debió ser escrito. La mayoría tiene una intensidad muy particular. No sólo que están escritos brillantemente, sino que se siente la necesidad del autor, su urgencia por contar. Pero me pasa algo bastante raro. No puedo leer libros en español estando en Alemania. Cuando voy a Argentina me llevo un libro en alemán y trato de terminarlo en el avión porque sé que ni bien piso Argentina, tampoco va. Es muy raro.
dpa: ¿Lee las críticas de sus libros?
Barbetta: Sí, aunque a veces pienso que no debería. Tengo un gran defecto personal. Al leer una crítica buena, me pongo super contenta y al día siguiente ya me la olvidé. Si al revés hay algún aspecto que critican, me acuerdo por los siglos de los siglos. Qué tonta, ¿no?.
Por María Prieto (dpa)