SINC – Más de 1.000 expertos de hasta 54 países se reúnen desde el 23 hasta el 25 de abril en Alicante para asistir al VI Congreso del Instituto Valenciano de Infertilidad sobre medicina reproductiva. Entre ellos destaca Mats Brännström, el médico que lideró la intervención que hizo posible el primer nacimiento tras un trasplante de útero, un método que se ha presentado como relativamente efectivo contra el factor de infertilidad uterino absoluto.
La sociedad española demanda cada vez más tratamientos de fertilidad. De ahí que la celebración estos días en Alicante del VI Congreso del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) sobre medicina reproductiva haya conseguido reunir a más de 1.000 expertos de todo el mundo.
Desde que esta especialidad diera sus primeros pasos, el objetivo de lograr el embarazo se ha completado con otro más amplio: tratrar de erradicar enfermedades genéticas y otros transtornos que impiden el nacimiento de un niño sano o que supongan el riesgo de desarrollar una enfermedad en el futuro.
De hecho, la genética de la reproducción y la medicina regenerativa, como soluciones a la transmisión de patologías y a la infertilidad, son dos de los temas centrales del evento. Otras de las cuestiones tratadas son los avances en el tratamiento de la endometriosis y el trasplante de útero.
«Hoy ya son tres las gestaciones a término y una en curso gracias al trasplante de útero», según Brännström
De hecho, Mats Brännström, investigador del departamento de obstetricia y ginecología de la Universidad de Goteburgo (Suecia), es una de las estrellas de la conferencia tras lograr, el pasado mes de septiembre, el primer nacimiento tras un trasplante de útero: un bebé varón nacido en la semana 31 por un problema de preeclampsia materna.
Según ha señalado a Sinc este experto, «hoy ya son tres las gestaciones a término y una en curso –ahora mismo se encuentra en la semana 26– con esta técnica». Brännström ha mostrado su satisfacción por los resultados obtenidos hasta el momento «ya que se trata de un procedimiento muy complicado”.
En 2013 él y su equipo extrajeron nueve úteros de donantes vivas para trasplantar a ocho mujeres que habían nacido sin útero y a una mujer a la que se le había extirpado tras un cáncer de cérvix. Dos de las pacientes tuvieron problemas durante los primeros meses y fueron histerectomizadas, las otras siete recibieron la transferencia embrionaria tras mostrar menstruaciones regulares dos meses después del trasplante.
Tras este nacimiento, hubo otros dos más, también dos abortos, otro embarazo en curso y solo una paciente sufrió un fallo de implantación tras cuatro transferencias embrionarias. En el caso de la primera mujer que consiguió dar a luz, el equipo sueco decidió extirparle el útero, debido a que al tener solo un riñón, consideraron que la medicación inmunosupresora necesaria para mantener el trasplante podría suponer un riesgo.
Trasplante temporal
“Por eso no solo hablamos del primer nacimiento, sino de un tipo de trasplante que podría ser temporal: solo haría falta mantenerlo de tres a cuatro años. Con ello, se podría ahorrar el uso a largo plazo de los fármacos inmunosupresores, que poseen innegables efectos secundarios”.
El médico afirma que, aunque es innegable que con la edad el útero empieza a atrofiarse, el perfil ideal de la donante es una mujer de 40 a 55-60 años que ya ha tenido sus propios hijos –es decir, se ha demostrado la funcionalidad y buena calidad de su útero– y que goza de buena salud. “Es muy importante por ejemplo que posea un índice de masa corporal óptimo”.
«Al tratarse de una mujer fallecida se tardarían 30 minutos en obtener el útero porque no habría que preocuparse por la salud de la donante”, dice el médico
Al hablar del futuro de la investigación de esta técnica, Brännström revela dos nuevas líneas al respecto: realizar el trasplante gracias a una donante viva mediante cirugía robotizada –lo que reduciría el tiempo de unas 10 que se tarda ahora a tan solo a con horas–; y llevarlo a cabo mediante una donante fallecida.
“Esta segunda opción llevará tiempo, habrá que esperar un año para la transferencia y hasta finales de 2017 o principios de 2018 para que se produzca el primer nacimiento. Esta técnica sería mucho más fácil porque al tratarse de una mujer fallecida se tardarían apenas 30 minutos en obtener el útero, porque no habría que preocuparse por la salud de la donante”, destaca.
El médico sueco señala que el factor de infertilidad uterino absoluto afecta a 200.000 mujeres en Europa. Las causas de dicha infertilidad son la ausencia de útero desde el nacimiento, la pérdida del mismo tras histerectomía o la no funcionalidad del mismo. El trasplante de útero es una solución todavía en fase experimental, cuyo coste estimado se encuentra en torno a los 50.000 y 70.000 euros.
Países como Bélgica, Francia o EE UU poseen equipos que trabajan en este tipo de trasplante y de los que se esperan buenos resultados en un breve espacio de tiempo. “En Reino Unido también existe actividad, al igual que en España, donde hay equipos apostando por ello, como el Hospital de la Fe de Valencia”, agrega Brännström.
Origen materno de enfermedades adultas
A lo largo del congreso se conocerán también estudios premiados internacionalmente, como el de Felipe Vilella, investigador de la Fundación IVI, relacionado con el origen materno de enfermedades adultas.
“Nuestra labor es que los pacientes de reproducción asistida tengan un bebé sano, pero si además en un futuro podemos garantizar la salud también en la edad adulta, mucho mejor”, ha comentado al respecto Antonio Requena, director médico del Grupo IVI, durante la rueda de prensa de presentación.
El trasplante de útero es una solución todavía en fase experimental, cuyo coste estimado se encuentra en torno a los 50.000 y 70.000 euros
Según el trabajo de Vilella, el endometrio secreta moléculas específicas que son capaces de modificar transcriptómicamente al embrión, dando lugar a una posible modificación epigenética en la edad adulta.
“Este hallazgo nos muestra que existe un intercambio entre endometrio y embrión, en el que el primero puede inducir que en el embrión se expresen o se inhiban funciones específicas, dándose lugar a modificaciones epigenéticas que pueden transmitir trastornos como diabetes u obesidad”, ha explicado Requena. “Esta investigación abre la puerta a evitar este tipo de enfermedades cuando su causa es epigenética”.
Por otra parte, el intercambio epigenético que pone de manifiesto la investigación del doctor Vilella se da también en embarazos en los que el óvulo es donado, ya que es un ‘diálogo’ que establece el endometrio materno con el embrión en la fase de implantación, sin importar el origen genético de este. “Esta es otra demostración de que sí existe intercambio entre madres e hijos en el útero, al margen de la procedencia del óvulo”, ha concluido.