Berlín, 17 sep (dpa) – Casi tres décadas después de la caída del Muro de Berlín, que dividió la ciudad durante 28 años, un proyecto de arte que busca levantar de nuevo un muro de hormigón en el centro de la capital alemana ha abierto un acalorado debate.
«No queremos otro muro» es el mensaje central del movimiento de personas contrarias a este proyecto capitaneado por el cineasta ruso Ilya Khrzhanovsky, que aún necesitará recibir a final de mes el visto bueno de la ciudad. Lo ven como una falta de respeto a las víctimas y una banalización del muro que aún hoy es un trauma. Mientras, desde el otro lado sus partidarios defienden que servirá para abrir un debate político y social sobre la libertad, la vigilancia y el totalitarismo.
Casi 29 años después de su caída, los organizadores quieren levantar el 12 de octubre con hasta 900 bloques de hormigón un nuevo muro de 3,60 metros a lo largo de 800 metros en el centro de la ciudad y mantenerlo en pie durante cuatro semanas. Se derribaría de manera simbólica el 9 de noviembre, el día que cayó el Muro de Berlín en 1989.
Según el diario alemán «Bild», el nuevo muro que servirá para crear una ciudad dentro de la ciudad, está hecho en Polonia y rodeará entre otros el Kronprinzenpalais (palacio del príncipe heredero) situado en la emblemática calle Unter den Linden y 70 pisos en el céntrico barrio de Mitte.
En un principio, la zona delimitada era mayor e incluía el edificio de la Ópera Estatal de Berlín y la famosa sala de música Pierre-Boulez-Saal. Pero sus organizadores decidieron reducirla posteriormente para elevar sus posibilidades de recibir luz verde por parte de las autoridades el 28 de septiembre.
Los responsables califican el proyecto como un experimento social en el que los visitantes podrán experimentar, entre otras cosas, cómo es vivir privados de libertad y ver cómo es un sistema totalitario. Para acceder a la zona de dentro del muro, será necesario solicitar un visado -comprar una entrada- y entregar el teléfono móvil. A cambio se recibirá un dispositivo que dará información sobre todo lo que se puede vivir en ese territorio y acceso a 700 horas de material fílmico recopilado por el cineasta ruso Ilya Khrzhanovsky.
La secretaria de Estado de Cultura, Monika Grütter, elogió recientemente el proyecto, que cree que podría convertirse en un «acontecimiento mundial», a pesar de la oposición de los activistas por los derechos de los ciudadanos de la antigua República Democrática Alemana (RDA).
Desde su presentación a finales de agosto, sus responsables han tenido que luchar contra la propagación de rumores. No, no habrá uniformes en la zona, no habrá una simulación de la RDA, no habrá recreación del estalinismo, indicaron incansablemente e insistieron en que la réplica del Muro de Berlín no restringirá la vida en la ciudad, sino que sellará un área muy limitada, como una valla en un festival.
El diario berlinés «Tagesspiegel» lleva semanas haciendo campaña contra el proyecto. «Los partidarios de ‘Dau’ se inclinan ante la fantasía de la omnipotencia de un artista que cumple un anhelo de estructuras totalitarias», escribió.
El rotativo informa también de que «ciudadanos comprometidos» han escrito cartas abiertas para impedir el proyecto. Una es de Konrad Weiss, director y activista de los derechos civiles de la RDA.
«Este proyecto no es una provocación artística, sino que banaliza los crímenes comunistas, incluidos los de la antigua Unión Soviética en Berlín Oriental y la RDA. Y trata de hacer que la heroica caída del Muro, ese gran momento de la historia alemana, sea arbitraria y devaluada», critica en su carta Konrad Weiss.
Mientras, Thomas Oberender, director del Berliner Festspiele y uno de los promotores, indicó que el muro será «un símbolo» del original y que no se tratará de erigir una suerte de Disneylandia de la RDA, sino que ofrecerá «una de las imágenes más duras que se pueden tener de Berlín».
El proyecto, que tendrá un costo estimado de 6,6 millones de euros, es una trilogía. La primera parte, la que podrá verse en Berlín, se titula «DAU Freiheit» (DAU libertad). La segunda tendrá lugar en noviembre en París bajo el nombre de «Hermandad» y por último, en Londres a principios de 2019 bajo el rótulo de «Igualdad».
Detrás del proyecto se encuentra el trabajo de Khrzhanovsky, quien ideó un singular ejercicio histórico-artístico en el este de Ucrania, donde levantó una ciudad artificial. Entre 2009 y 2011, 400 personas renunciaron a su antigua vida y se encerraron en un ambiente que recreaba antiguas condiciones de vida y trabajo de tiempos de la Unión Soviética, algo así como un «Gran Hermano» totalitario. La experiencia fue documentada en más de 700 horas de grabación que conforman el proyecto DAU y que ahora serán la base de la exhibición berlinesa.
Por Almudena de Cabo (dpa)