Lima, 20 ago (dpa) – El escritor español José Ovejero, un pionero en el uso de la tecnología para reforzar la interacción entre el autor y sus lectores, defiende esa experiencia, aunque respeta la posición de colegas que mantienen posturas más conservadoras.
Ovejero dialogó con dpa sobre ese tema y otros de su proceso creativo y de la actualidad literaria durante su visita a Lima para participar en la XXIII Feria Internacional de Libro.
dpa: ¿Cómo es la experiencia de interactuar con el lector?
Ovejero: Me interesa mucho trabajar con finales que dan pie a que el lector siga imaginando. Una historia en principio no se acaba nunca, pero hay un momento en que ese mundo creado se lo pasas al lector para que siga imaginando. Y cuando el lector asume el papel empiezan a aparecer mundos que el autor no pensaba.
dpa: ¿A esa interacción le ayudan las nuevas tecnologías?
Ovejero: Un libro en papel tiene principio y fin, pero en Internet todo es potencialmente infinito. Por ejemplo a mi novela «Los angeles feroces» puedo añadirle capítulos, seguir recreando. Y luego es el juego con los lectores, me discuten, a veces no están de acuerdo, y generas un juego literario y metaliterario.
dpa: ¿Esas variaciones tecnológicas definen un nuevo momento en la literatura?
Ovejero: Hay intereses que dependen en buena medida de la generación en la que uno se desarrolla. Hay escritores más flexibles, más dispuestos a aprender, más curiosos y otros que prefieren conservar su mundo y me parece perfectamente respetable. Uno no tiene por qué escribir para satisfacer. Uno escribe lo que escribe, es quien es y te interesas por lo que te interesas. No soy fanático de las nuevas tecnologías, pero se han convertido en parte de mi vida.
dpa: ¿Y aumenta el riesgo de hacer muchas concesiones al lector?
Ovejero: Eso se ha hecho siempre. ¿Qué sería la novela romántica sin concesiones? Al final hay beso y todos son felices. El mundo literario también es un mercado. Lo que pasa es que nos llaman la atención las concesiones nuevas y entonces tendemos a criticar a las generaciones siguientes. Toda generación es injusta con las otras.
dpa: A propósito de generaciones, pero de receptores, se dice que las nuevas tienden a ser más «audiovisuales» y que eso es malo para la literatura…
Ovejero: Cada época tiene formas de comunicar. La cultura medieval era sobre todo audiovisual: sermones del párroco e imágenes en las iglesias. Luego se pasó más a la cultura escrita que se vio como una degeneración porque decían que se iba a poder imprimir cualquier banalidad. Y era verdad. Entonces, esta oleada de la cultura audiovisual ofrece muchas cosas y si es competencia pues me parece bien que la literatura compita ¿por qué no?
Además, un libro cuesta poco, puedes escribir para una minoría y olvidarte casi del mercado. Eso en cine o televisión es casi imposible, tienes que cubrir costes. Hay riesgo de banalización pero no por el medio en sí, ya que están saliendo series o películas muy interesantes. Veo más riesgo para la literatura en el móvil y los mensajes de texto: antes veía en el metro en Madrid a gente leyendo, ahora ves a uno leyendo y los demás texteando.
dpa: ¿Qué enseñanzas deja el trabajo con la ficción?
Ovejero: Uno aprende cosas pero no sabría decir cuáles. Siempre doy el ejemplo de (León) Tolstoi. Cuando escribió «Ana Karenina» tenía la idea de una mujer frívola, un poco tonta, pero quedó insatisfecho y escribió de nuevo hasta llega a un personaje completo. ¿Qué aprendió Tolstoi ahí?, a lo mejor de una manera consciente nada, pero de una manera inconsciente comprendió algo sobre la mujer que no sabía y que probablemente integró en su vida.
dpa: Al crear personajes parte de conocimientos psicológicos o el proceso es inverso?
Ovejero: No lo pienso en términos teóricos. Dejo que mis personajes vayan surgiendo a partir de situaciones y luego curiosamente ellos se ajustan a estructuras que se pueden encontrar en definiciones psicológicas, pero es un resultado intuitivo de trabajar su lógica interna, sus fracturas, sus miedos, sus deseos. No hay esa intelectualización previa en mi caso.
dpa: Su literatura se ha movido en diferentes géneros. ¿Cómo toma la decisión de cuál usar en cada caso?
Ovejero: No sale de una decisión en frío, sino una idea que se me ocurre y que adopta una forma. Cuando escribo cuentos o poemas a partir de un par de ideas continúo con el proyecto, mi cabeza empieza a pensar con el género puesto.
dpa: ¿Cómo ve desde España el momento de la literatura de América Hispana?
Ovejero: Se está haciendo literatura muy interesante, pero de «francotiradores». No hay esa atmósfera que hubo en el «boom» en que a escritores que hacían cosas muy distintas se los veía como un conjunto, tenían un peso como grupo y no solo en el mundo de habla hispana. Ahora no existe eso, ni tendencias literarias de peso, pero en cada país hay escritores haciendo cosas muy interesantes.
dpa: ¿Y cómo está funcionando la interacción entre la literatura española y la latinoamericana?
Ovejero: Nos une la lengua, nos separa el mercado. Las multinacionales pueden publicar a un peruano en el Perú pero no en su filial en España y así de cada país solo se conocen tres o cuatro autores. Cuando visito un país solo intento llevarme dos o tres libros para ampliar un poquito mi conocimiento pero está muy compartimentado. Pensamos que Internet iba a resolver eso y es verdad que ahora puedo acceder a libros a los que antes no, pero si no tengo la información tampoco busco acceder a ellos.
JOSÉ OVEJERO, Madrid (1958), estudió geografía. Suyas con novelas como «Las vidas ajenas», «La comedia salvaje», «La invención del amor» (Premio Alfaguara) o «Los ángeles feroces», poemarios como «Biografía del explorador», ensayos como «La ética de la crueldad», cuentarios como «El príncipe es un sapo y viceversa» y obras de teatro como «Los políticos». Vive en Bélgica, pero pasa temporadas en España, es conferencista internacional y articulista de prensa.
Por Gonzalo Ruiz Tovar y Rosmery Cueva Sáenz (dpa)