Detroit, 16 ago (dpa) – Con su poderosa voz, esa que cuidaba como un tesoro, hizo llorar a un presidente de Estados Unidos. Barack Obama no pudo contener las lágrimas cuando en la Navidad de 2015 Aretha Franklin se sentó con su abrigo de pieles al piano del Centro Kennedy y cantó «(You Make Me Feel Like) A Natural Woman».
La hasta ahora imbatible reina del soul, que falleció hoy a los 76 años, conquistó 18 Grammys. Éxitos como «Respect», «Chain Of Fools» y «I Say a Little Prayer», de los que casi se puede decir que tienen vida propia, han procurado a la cantante un lugar destacado en el olimpo del soul.
Si el soul es ahora impensable sin Franklin, nacida en Tennessee y criada en Detroit, lo mismo ocurre con el gospel. Junto con sus hermanas Carolyn y Erma, que también desarrollaron una carrera artística, en los años 50 cantó en la iglesia del padre, que era pastor y también un exitoso cantante de gospel. No obstante, la fama de la hija fue mucho mayor.
Grabó su primer disco de gospel con apenas 14 años y de inmediato se fijó en ella la discográfica Motown, por la que pasaron Stevie Wonder, Marvin Gaye, los Jackson Five y una joven estrella llamada Michael Jackson.
En aquella época, Motown era una pequeña compañía y Franklin y su padre confiaban en poder dar el gran salto tras pasar a Columbia, una discográfica en Nueva York que tenía repercusión mundial.
En la Gran Manzana, Franklin acostumbraba a actuar en clubes de jazz, entre ellos en el elitista Village Vanguard.
Y aunque con Columbia tuvo algunos pequeños éxitos y sondeó ser una intérprete más generalista incorporando el pop a su repertorio, realmente avanzó cuando cambió a la discográfica Atlantic, con el productor Jerry Wexler. Con él consiguió esa mezcla mágica con la que deslumbró en «I Never Loved a Man (The Way I Love You)» y que entusiasmó a tantos fans: una voz apasionada con arreglos soul y r&b de fondo.
Cuando Franklin cantó en 1967 «Respect», no sólo estuvo ocho semanas imbatible en el primer puesto de las listas de venta de r&b, sino también al frente del movimiento en favor de los derechos civiles de los negros. Para muchos, la cantante se convirtió en un símbolo de una década política convulsa y de un Estados Unidos negro y orgulloso.
La cantante siguió en boga no sólo por su voz sino también por sus elecciones musicales. Igual se atrevía con canciones de los Beatles, Simon & Garfunkel o Sam Cooke, que cantaba en un dueto con George Michael, como lo hizo en 1980 con «I Knew You Were Waiting (For Me)».
Al igual que algunos músicos de su calibre, ya hace tiempo que su época dorada pasó. Su último número uno fue hace más de 30 años, pero el mundo de la música no se deja guiar sólo por eso. En el disco que publicó en 2014 «Sings the Great Diva Classics», la cantante hace suyas canciones de Gladys Knight y Barbra Streisand, pero también de la británica Adele. Y también trabajó para el disco con el cantante de soul Babyface y André 3000 del dúo rapero Outkast.
Los que hayan visto en directo a Franklin deberían darse por contentos, pues ganó 17 de sus 18 Grammy por sus actuaciones. Además, cuidaba su voz sin revelar jamás detalles al respecto. «Es un secreto empresarial», dijo en cierta ocasión.
Por Johannes Schmitt-Tegge (dpa)