Santiago de Chile, 9 ago (dpa) – En realidad debería haber ido a China, pero llegó a Chile: la hermana Karoline Mayer llegó hace 50 años al país sudamericano como misionera y con el fin de ayudar a los pobres.
Al principio, la desilusión de la mujer de origen bávaro fue grande en el momento en el que su orden neerlandesa de los Misioneros del Verbo Divino negó su envío a China, pero luego Chile la cautivó.
Mayer -o la hermana Karoline, como todos la llaman- llegó en 1968 sin hablar casi una palabra de español al país del hemisferio sur y vivió desde entonces casi ininterrumpidamente allí.
Desde 1990, con la transición de la dictadura de Augusto Pinochet a la democracia, Mayer dirige su propia fundación Cristo Vive, que beneficia hoy a más de 30.000 personas y también actúa en Bolivia y Perú.
«A través de la fundación intentamos instaurar un modelo mediante el cual organizaciones privadas sin fines de lucro pueden ofrecer determinados servicios públicos», explica a dpa la religiosa nacida en la ciudad de Eichstätt en el sur de Alemania.
La Fundación Cristo Vive gestiona, gracias a donaciones que recibe principalmente de Europa, guarderías infantiles, clínicas o centros para jóvenes a riesgo, entre otras iniciativas.