Los comicios celebrados ayer 10 de noviembre, han dado al PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, una victoria paupérrima, frente a la subida abismal que ha tenido la derecha en España, con un Partido Popular que recupera su fortaleza con 88 escaños en el Congreso y una ultraderecha que ha sorprendido a todos y se ha impuesto como la tercera fuerza política de la nación. De esta manera, VOX, el partido de Santiago Abascal ha sido el verdadero ganador de estas elecciones, con 52 escaños en el Congreso, 28 más que en las elecciones del pasado 28 de abril de 2019.
Cuando ya se han contabilizado el 100% de los votos, el PSOE asume la delantera con 120 escaños, el PP con 88, VOX con 52, Unidas Podemos con 35 y Ciudadanos – el gran derrotado de estas elecciones – sólo ha conseguido sumar 10 escaños, perdiendo así 47 diputados de los 57 que había logrado en abril del 2019.
Ante este panorama, el presidente de la formación naranja, Albert Rivera, ha anunciado este lunes su dimisión. Una dimisión que ha estado envuelta en un discurso muy emotivo lleno de agradecimiento y honestidad.
Rivera no sólo renunció a la presidencia de Ciudadanos, sino que valientemente renunció también a su acta de diputado y ha confirmado finalmente, que se retira definitivamente de la política.
“No soy como otros líderes políticos, yo no estoy hecho de esa pasta, soy honesto, honrado y lo que tenemos es un mal resultado sin paliativos y sin excusas. Cuando uno lidera un proyecto asume que los éxitos son de todos y los malos resultados son propios”, dijo esta mañana Rivera durante su discurso de despedida en la sede del partido.
Esta salida de Rivera no significa necesariamente el fin de Ciudadanos, pero sí es verdad que implicará que la formación naranja se reinvente y plantee nuevas estrategias para lograr recuperar el apoyo popular.
Lo otro que está claro es que, tal como está planteado ahora mismo el escenario político, la ingobernabilidad de España parece ser lo único seguro. Pedro Sánchez tendrá que hacer pactos bien sea con Unidas Podemos y los independentistas o con la derecha, para lograr una mayoría que le permita seguir llevando las riendas de España.
Pero estas posibles alianzas ni son seguras ni son fáciles de hacer, dadas las discrepancias políticas que existen entre cada una de ellas. Por lo cual, la formación de un Gobierno parece ser más difícil ahora, que incluso, antes de las elecciones.
Y si antes Pedro Sánchez no pudo ponerse de acuerdo, ahora con 3 escaños menos, y una derecha galopante en contra, lo tiene más complicado.
En definitiva, las elecciones de ayer son en el fondo un resultado pésimo para España. Lo que está en juego es la gobernabilidad, que se ve más complicada de lo que era el 28 de abril y por supuesto Sánchez no tiene ningún motivo para celebrar, ya que, la victoria obtenida ayer, lejos de facilitarle las cosas, lo que ha hecho es complicárselas bastante más.
Los socialistas, por tanto, lograron ayer una victoria agridulce, sin un horizonte claro para lograr una investidura y, sobre todo, la gobernabilidad de España. En el peor escenario, si esta vez no se logran acuerdos y Pedro Sánchez no consigue pactar, una tercera repetición electoral lo condenaría para siempre y no sólo a él sino a la credibilidad del partido.
En todo caso, Sánchez debe apurarse, mover los hilos rápidamente y decirle al pueblo con quién va a pactar.
Por Soraya Andreina Pérez Mohammed